jueves

HISTORIA II .sobre la muerte.

CLÍNICAMENTE MUERTA ...

No había mucho que explicar... ella iba a morir.

Lo supo desde pequeña, y en silencio lo mantuvo hasta llegado sus 25 años, cuando este sentimiento se hizo más fuerte y sintió la necesidad de “prevenir”, de alguna manera, a las personas que formaban parte de su vida.

Y lo hizo. De a poco...

Algunas personas lo entendieron y asimilaron sin problema; otras, se rieron creyendo que era tan solo una broma, y otras lloraron, y rogaron que eso no sucediera, como si un ruego fuera a cambiar un destino marcado de toda la vida.

Pero ella... ella estaba tranquila.

Y a diferencia de las personas que saben que les resta poco tiempo de vida, ella no desesperó.

No decidió vivir cada día “al máximo”, porque sentía que toda su vida lo había hecho... todos, y cada uno de los días de su vida los había vivido a máximo.

Sonrió a más no poder, disfrutó de los rayos del sol cada ve que pudo, y no se guardó ningún “te quiero” para más tarde...

25 años... nada más...

Cuarta parte de su vida, si se considera el mito de que las personas viven 100 años. Pero dado que eso es poco probable, significaba que ya había vivido más de cuarto siglo.

“25 años es poco tiempo para dejar de vivir”, opinó alguien.

Pero solo ella, y nadie más que ella, podía saber cuan arduos fueron esos 25 años...

25 años donde abrazó, y fue abrazada; lloró, y fue llorada; sonrió, e hizo sonreír; maldijo, y la maldijeron; perdió, y la perdieron; quiso, y la quisieron...

Y a pesar de su corta edad, su final se sentía en su interior.

Comenzaba a notar que las fuerzas no eran las mismas; que estaba cada vez más agotada, que sus sueños eran cada vez más largos y profundos, que lo que comía, su cuerpo ya no lo asimilaba...

Se sentía... ella lo sentía.

Quedaba poco... solo ella sabía la fecha...

Y era solo cuestión de meses... tres meses para ser más exactos, y un par de días.

Organizada y controladora con su vida, como siempre lo fue, ya tenía todo preparado.

Una carta de despedida, donde procuraba ser lo mas concreta posible, y sin nombrar a nadie en particular. Un consejo, un agradecimiento, y nada más.

Pasaban los días y esta enfermedad parecía carcomerla desde su interior.

A veces se sentía más cerca de la fecha... a veces más lejos. Pero no dejaba de estar ahí; en su interior; en un lugar de su cuerpo donde era imposible llegar...

Ningún médico lo había logrado, así que decidieron mantenerla “viva” mediante medicamentos.

Y dolía... había veces que el dolor era insoportable...

Entonces lloraba... a causa del dolor.

Nadie supo diagnosticarle su enfermedad, porque en ese momento, no era considerada como tal.

Pero ella sabía perfectamente lo que tenía.

Ella estaba muriendo a causa de una enfermedad llamada Tristeza, que estaba justo donde nadie sabe como llegar: en el alma.

Su fecha final nadie se la determinó, más que ella misma.

Sabía perfectamente hasta donde era capaz de soportar.

Así que, tenía la fecha, tenía la carta, tenía el método... solo faltaba esperar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ESTA SALADA ESTA HISTORIA CHE...ESPERO QUE NADIE SE VEA REFLEJADO EN ELLA

Vyboryta dijo...

... DE TODAS MANERAS TIENE UNA CONTINUACIÓN QUE ESTA EN PROCESO ...

VEREMOS QUE PASA.

GRACIAS POR ENTRAR, LEER Y OPINAR !!!

-GRACIAS-